Para la elaboración del nuevo plan de estudios de la Licenciatura en Educación Primaria se ha adoptado una lógica de trabajo. Conforme a ésta el punto de partida del currículum es la definición del perfil del profesional de la educación que se aspira a formar, y el punto de llegada la selección y la organización, en un mapa curricular, de los contenidos, las actividades y las experiencias formativas que con mayor probabilidad permitirán lograr los rasgos del perfil deseable.
Este planteamiento no es novedoso. Sin embargo, conviene insistir en que ése ha sido el esquema que se ha aplicado de manera sistemática en este plan de estudios, ya que en los hechos ha sido frecuente que los cambios curriculares, realizados en diversos campos de la educación superior, empiecen justamente por el final. Lo más común ha sido que la determinación de las asignaturas y el espacio que cada campo disciplinario ocupa sean motivo de intensas discusiones y se trabaje sobre supuestos imprecisos, a veces irreales, sobre el papel que cada contenido disciplinario desempeñará en la formación de los estudiantes. Dado que en estos casos se sigue un procedimiento de agregación de contenidos, organizados cada uno bajo lógicas distintas, resulta muy poco probable que los estudiantes puedan construir progresivamente una estructura coherente de conocimientos, capacidades y actitudes, a partir de la materia prima que les ofrece el estudio de las asignaturas.
Conforme al método aquí adoptado, en un primer momento se han definido con la mayor precisión posible los rasgos del maestro de educación primaria que México requerirá en el futuro inmediato. Esos rasgos responden no sólo a las necesidades de conocimiento y competencia profesional que plantea la aplicación del currículum de la escuela primaria, sino también a las actitudes y valores que caracterizan al buen educador en el ámbito más amplio de sus relaciones con los niños, con las familias y con el entorno social de la escuela. Igualmente se consideran las capacidades que permiten el aprendizaje permanente, tanto a partir de la experiencia como del estudio sistemático, y que deben estar presentes en todo profesional de nivel superior.
En segundo lugar, se han establecido algunas características de la organización del currículum y del trabajo académico, de cuya existencia depende que los rasgos del perfil profesional puedan realmente ser logrados por los alumnos. Estas características, definidas en el capítulo "Criterios y orientaciones...", se refieren tanto al tipo de contenidos y actividades incluidos en la formación, como a la naturaleza de las diversas formas de enseñanza y aprendizaje que son congruentes con los propósitos que guían la educación del normalista.
Finalmente, los dos componentes anteriores, perfil y criterios, se utilizan como referentes para la selección precisa de contenidos y actividades de enseñanza, para el establecimiento de interrelaciones y secuencias entre ellos y la definición del mapa curricular que será la base para la programación de las actividades académicas en las instituciones.